- ¿Y cómo los llaman? – preguntó con
gran curiosidad un hombre que incrédulo veía a todos intentado deducir lo que
corría por la mente delos demás
- Realmente no tienen un nombre, las pruebas de su existencia son escasas y
parece imposible detectarlos…
- ¿¡Entonces qué demonios estamos cuchicheando aquí!?, ¡no son más que viejas chismosas!. – Espetó
molesto un tercer hombre que se encontraba en dicha reunión clandestina, aunque
sin esperar respuestas y con los nervios de punta se fue por la puerta
principal.
- ¿Está bien que se vaya así?